En tiempos donde poco se valoraba a la mujer como ser integral e independiente, y donde, además, la censura era el diario vivir, una mujer nacida en Envigado hizo lo que nunca antes nadie se atrevió a hacer.
Se trata de Débora Arango, la envigadeña que revolucionó la estética del arte colombiano y pintó mujeres desnudas y a políticos como sapos.
De acuerdo con datos de la Radio Nacional de Colombia, era inicio de los años 40, a las afueras del Teatro Colón, en La Candelaria del centro de Bogotá, cuando un grupo de estudiantes se turnaba la vigilancia de la puerta mientras otros ingresaban a mirar el “recinto prohibido”.
En él se exponían cuadros de sugestivos desnudos femeninos que marcaban la llegada del expresionismo europeo a Colombia, ante el escándalo de la iglesia y el señalamiento de “inmoral” de la alta sociedad, no fue suficiente el aval del entonces ministro de educación, Jorge Eliécer Gaitán, quien montó la exhibición para que las obras de Débora Arango fueran desmontadas al día siguiente de su inauguración.
La mujer que desnudó a Colombia con sus pinturas donde también abordó la crítica social y política se preguntaba una mil veces “¿por qué es pecado el cuerpo femenino si nadie viene al mundo vestido?”, puede que a esa pregunta aún no se le encuentren respuestas. Pero lo que sí hay que afirmar, es que Arango, le dio voz a una sociedad invisibilizadad.
La pintora expresionista y acuarelista, nació el 11 de noviembre de 1907 en Medellín, pero se crió y vivió la mayor parte de su vida en la Hacienda Casablanca, ubicada en Envigado.
A casi 18 años de su muerte, su legado se mantiene vivo y sigue siendo homenajeada tanto en Envigado como en el país entero. Es tanto así que desde el 29 de noviembre de 2016, su imagen aparece en el billete de $ 2.000 de Colombia.
